27/8/17

Abuelos, No canguros



Malestar de los abuelos

En enero de este año, el diario El País publicó un artículo titulado “Tú con tu abuela, yo a trabajar” (1), que recogía el malestar de muchos abuelos por tener que cuidar de sus nietos más tiempo del que les corresponde. Porque una cosa es ayudar y otra muy diferente es ser “canguros”, dicen algunos. A finales de noviembre, el estudio “Abuelas y abuelos… para todo”, realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y la Obra Social Caja Madrid, volvía a hacerse eco de la preocupación y el cansancio de muchos de ellos, a menudo convertidos en cuidadores exclusivos de los más pequeños.
Las dos publicaciones reflejan una realidad que viene respaldada por cifras. Según datos del IMSERSO, más de un 50 por ciento de los abuelos cuida de sus nietos casi todos los días y el 45 por ciento lo hace casi todas las semanas. De manera que en muchas familias los abuelos han debido abandonar su pretensión de “malcriar” para ser educadores. Y a muchos la tarea los desborda.
Así lo evidencia el estudio de la FAD y la Obra Social Caja Madrid, cuya principal conclusión es que “los abuelos españoles se sienten divididos entre el disfrute que les produce poder pasar tiempo con sus nietos y el agobio que supone una excesiva responsabilidad en su cuidado y educación”. Esto es especialmente cierto en las familias de bajos recursos, a las que pagar una guardería o contratar a una niñera les resulta un gasto inafrontable. En consecuencia, recurren exclusivamente a los abuelos, que, según revela el estudio, llegan a sentirse “abusados” y “utilizados”. Y no es para menos, puesto que a muchos les toca recoger al niño (o a los niños) del colegio, darle de merendar, ayudarle a hacer los deberes, llevarle a kárate, inglés, natación, etc.
La desprotección social es uno de los principales motivos por los que muchos “yayos” se convierten en cuidadores de los nietos. Pero no es el único.
La médica psicoanalista Claudia Borensztejn alude a “la responsabilidad que se sigue sintiendo con los hijos, que, en ocasiones, puede convertirse en una obligación hacia ellos”. Otras veces, son los propios abuelos los que se sobrecargan para sentirse útiles o acompañados. Pero entonces corren el riesgo de “hacer de la relación con el niño una necesidad”, alerta la terapeuta.

Disfrutar de la “abuelidad”

Borensztejn, que es abuela de una niña de dos años y medio, introduce un término apenas utilizado en el lenguaje corriente y que sin embargo resulta muy ilustrador: la abuelidad, cuya clave “es el placer y la alegría”. Así que cuando estos dos elementos están ausentes, la abuelidad –como la maternidad o la paternidad– deja de ser satisfactoria.
Ésta es la queja de muchos abuelos, que a menudo renuncian a todo para estar con los nietos y, en consecuencia, dejan de cumplir su labor para ejercer la de padres. Esto representa un problema, no sólo porque significa “saltarse una generación, sino porque pone a los hijos en el lugar de hermanos de sus propios hijos. Por otra parte, si bien “hay abuelos jóvenes que pueden ejercer tareas con energía, muchos otros están mayores”, recuerda la psicoanalista.
A pesar de la edad y de necesitar ellos mismos asistencia en algunos casos,  los abuelos sienten “alegría e ilusión” en compañía de sus nietos, según expresó la mayoría en las discusiones que se organizaron para la investigación “Abuelas y abuelos... para todo”. Para muchos, la relación con los nietos constituye una posibilidad de “reparar” la que se tuvo con los hijos, “en el sentido de ser más cariñosos, más flexibles, más alegres con los nietos de lo que se ha sido con los propios hijos”, opina Borensztejn.
Pero, además, los abuelos son un elemento fundamental: “Nadie puede criar a un hijo en soledad. La madre necesita al padre; los padres, a sus padres; los abuelos, al Estado. Y todos, a todos. Un niño se cría dentro de un contexto donde cada uno cumple su papel”, reflexiona la terapeuta.
Un problema, como se ha dicho anteriormente, es cuando en determinadas circunstancias los papeles se confunden. Otro, el que en la sociedad se dé como un hecho natural que los abuelos se ocupen de los nietos cuando los padres no pueden o no quieren hacerlo. Los tiempos están cambiando y los abuelos –y sobre todo las abuelas­– tienen derecho a liberarse de esa función que tradicionalmente se les ha adjudicado. Al fin y al cabo, han alcanzado una edad en la que, por primera vez, carecen de responsabilidades y gozan de mucho tiempo para invertir en lo que más les plazca. Y es que, como dice Borensztejn, “no hay abuelidad sin libertad”. Por eso, la clave en la relación con los nietos es que éstos “vengan y se vayan, para que el único placer no sea estar con ellos”.
Así que defender el propio lugar, poniendo límites a los hijos si fuera necesario, resulta fundamental para disfrutar de un rol que ha de ser placentero y que no debería ser otro –salvo excepciones– que el de transmitir valores, experiencia y, sobre todo, amor.

Abuelos “reciclados”

Francisco Muñoz García-Vaso es el presidente de la Asociación Abuelas y Abuelos de España (Abuespa), que nació en 2005 con la vocación de que estas personas entiendan cuál es su papel en relación a los nietos y ayudarles a que lo desempeñen lo mejor posible. “Nuestro mayor valor es la experiencia, pero a veces ésta queda obsoleta, de manera que hay que reciclarse para ser útiles”, dice Muñoz, de 72 años.
Para ello, se imparten talleres y cursos gratuitos, con el fin de que los abuelos sepan, por ejemplo, qué sillita debe usarse en el coche, qué alimentos debe comer un niño pequeño o cómo usar Internet. Respecto del abuso en que a veces incurren los padres, el presidente de la asociación dice: “La calidad de vida de hoy es otra y muchos abuelos tenemos vida profesional, social y familiar. Lo que significa que debemos cuidar de los nietos únicamente cuando sea necesario”.
www.asociacionabuelos.es

No hay comentarios: